Entre bosquejos de retratos de personas, una coyuntura económica en caos y la guerra en auge, Alberto Urdaneta fue encarcelado en 1877 en el claustro de San Agustín. Una época en la que el terror que producía estar en un lugar de cuatro paredes, rejillas, y sin ninguna salida certera se transformaba en sentimientos de horror, desasosiego y ansiedad.
El aire pesado y corrompido que allí se respiraba; la estrechez del espacio; la falta de agua; el bullicio constante y los desmanes y los atropellos cometidos por la soldadesca indisciplinada y por los empleados de baja esfera, hacían de aquel recinto un remedo del infierno”
Urdaneta, Alberto. Homenaje de amistad, 1887
Urdaneta fue un escritor, militar, periodista y artista colombiano que se caracterizó por sus caricaturas políticas, de influencias sapistas, radicales y gobernistas (23). Un año antes de ser puesto en prisión ingresó a la guerrilla radical conservadora El Mochuelo o Los Mochuelos. Pero, sin duda, es reconocido por la publicación del Papel Periódico Ilustrado, fundado por él en el año 1881.
Del horror encarcelado
Cuando pensamos en el miedo, lo relacionamos a energías malignas, a pesadillas que no se alejan de nuestra almohada, a películas que trabajan el género del jumpscare, entre otros, pero, para Alberto Urdaneta, todo esto se hizo realidad. Como bien mencionaba, la cárcel era remedo del infierno. Todos estos sentimientos y experiencias que acompañaban a Urdaneta son signos del horror, ese que aparece después de que el suceso transcendental ocurre, en este caso, su apresamiento. Mientras pasaban los días encerrado y sus sentimientos de desasosiego aparecían, Urdaneta decidió dibujar, plasmando, así, todos los ecos de su encarcelamiento.
Muchos de los bocetos plasmados en el álbum son de sus compañeros de prisión en el Claustro de San Agustín, de esas personas que estaban pasando por el mismo horror.
“Por demás, muchos de los prisioneros que por una u otra causa fueron a parar en el claustro de San Agustín sirvieron de tema al dibujante” También dibujó a los personajes que le atormentaban la vida diaria en la cárcel como “el tirano” que, según, el álbum, era el jefe de todos los carceleros. Alrededor de él, encontramos muchas de las reminiscencias de la prisión para Urdaneta: naipes, dados, grillos, potreros y “mujeres desnudas que alucinan la mente de quien está tras las rejas y que son el reflejo imaginario de la vida gozosa de quien sueña con la libertad” (23)
No solo eran los retratos de sus compañeros, también eran animales como las pulgas y los grillos, que lo acompañaban en cada recinto del Claustro y personajes míticos, como un ángel que “vuela con el gorro frigio símbolo universal adoptado ya desde la revolución francesa como señal de los hombres libres”
Sus bocetos recuerdan los pensamientos más profundos del autor, su desespero, pero también sus deseos de libertad. En los positivos y dibujos anteriormente expuestos, podemos ver la diversidad de estos ecos y la fineza y astucia con la que los desarrollaba. Eran una punto de encuentro entre la libertad y el diario vivir de los encarcelados.
En el BADAC encontramos muchos fondos y colecciones de artistas que nos hablan de sus más íntimos pensamientos, en forma de poemas, pinturas o correspondencias. En este sentido, Alberto Urdaneta nos sitúa en los Ecos de su segunda Prisión. El BADAC cuenta con copias del álbum y varias diapositivas que recogen la vasta obra de artista, que pueden ser visitadas en las oficinas del Banco.
Imagen destacada
Boceto en diapositiva por Alberto Urdaneta. Fuente: BADAC, Alberto Urdaneta.
Referencias
Moreno, Pilar. «Alberto Urdaneta: el arista y su lápiz». Ecos de mi segunda Prisión. Bogotá: Ediciones Sol y Luna.