Análisis de la identidad colombiana y femenina en el arte nacional es una serie de entregas que María José Castaño Sánchez, historiadora del arte de la Universidad de los Andes, realizó durante su práctica profesional para el BADAC sobre la incursión que ha tenido a lo largo del tiempo la figura femenina en el arte colombiano. En su análisis busca esbozar cómo una tradición casi inexistente se abre paso hasta alcanzar un lugar que es capaz de redimir y dignificar el papel de la mujer. «Colombia con voz de mujer» es la quinta parte de esta serie.
Colombia con voz de mujer
El problema de la identidad femenina latinoamericana, en un contexto periférico donde la mujer se encuentra en una posición doblemente subordinada, ha obligado a la artista a entenderse como un sujeto múltiple y heterogéneo, capaz de desestructurar sistemas de poderes establecidos para crear un nuevo mundo, el cual se aleja de la mirada imperialista, por medio de su capacidad expresiva.
Las mujeres colombianas se enfrentan a un entorno cambiante y convulsivo del cual son conscientes y, por ende, toman una postura crítica frente a su realidad. Débora Arango y María Cano se apropiaron de lenguajes que les habían censurado y por medio de su arte generaron transformaciones sociales.
María Cano fue la primera mujer lideresa política de Colombia que dirigió la lucha por los derechos de los trabajadores, pues ella abogó para que el horario laboral no superara las ocho horas diarias. Durante su lucha política, sus opositores afirmaban que no era agente de sus propias acciones o pensamientos por su condición de mujer, pero ella continuamente afirmaba que poseía criterio propio.
De forma similar, Débora Arango implementó su arte para realizar denuncias sociales durante la época de la Violencia. La artista representó la intensidad de los horrores ocurridos durante este periodo, cuyas secuelas están presentes en la contemporaneidad. Así, su obra pertenece a la memoria colectiva nacional.
Débora Arango y María Cano se inspiraron y representaron circunstancias y situaciones constitutivas de su entorno por medio de sus sensibilidades artísticas, lo cual ocasionó que destruyeran paradigmas y expresaran su visión crítica frente a eventos políticos, sociales y culturales del país.
Estas artistas se introdujeron en espacios prohibidos y a través de su presencia transformaron la realidad colombiana.
Ahora tengo la palabra – Débora Arango
Ahora tengo la palabra
y descubro que la palabra es buena.
Oigo mi voz,
resuena.
Quien fui,
quien soy,
quien puedo ser.
Del susurro al grito voy recordando la palabra,
voy contando la historia
sin la voz del patriarca.
Voy limpiándome la piel de los calificativos:
bruja
puta
loca
pecadora.
Aún no lo he dicho todo, pero lo haré
porque ahora tengo la palabra.
En la próxima entrega “La emancipación del cuerpo femenino” la autora se enfocará en el dominio que tendrá la mujer de su propio cuerpo. Esto lo ejemplificará con algunas artistas colombianas que se atrevieron a traspasar las fronteras de quienes las consideraban sujeto, haciendo de su cuerpo un elemento discursivo.
Imágenes:
Débora Arango. “Masacre del 9 de abril”. 1948. Acuarela. 77 cm x 57 cm. Fuente: Colección Museo de Arte Moderno de Medellín.
Débora Arango. “La salida de Laureano”. 1953. Óleo sobre lienzo. 101 cm x 141 cm. Fuente: Colección Museo de Arte Moderno de Medellín.
Débora Arango. “Tren de la Muerte”. 1948. Acuarela. 77 cm x 56 cm. Fuente: Colección Museo de Arte Moderno de Medellín.
Referencias:
Schuster, Sven. «Arte y violencia: la obra de Débora Arango como lugar de memoria.» Revista de Estudios Colombianos 37.38 (2011): 35-40.