Segunda entrega: Análisis de la identidad colombiana y femenina en el arte nacional

Análisis de la identidad colombiana y femenina en el arte nacional es una serie de entregas que María José Castaño Sánchez, historiadora del arte de la Universidad de Los Andes, hace durante su práctica profesional para el BADAC sobre la incursión que ha tenido a lo largo del tiempo la figura femenina en el arte colombiano. En su análisis busca esbozar cómo una tradición casi inexistente se abre paso hasta alcanzar un lugar que es capaz de redimir y dignificar el papel de la mujer. «Concibiendo una tradición femenina inexistente» es la segunda parte de esta serie.

Concibiendo una tradición femenina inexistente

La historia del arte occidental ha omitido a las artistas, por lo tanto, las mujeres que pretenden expresarse por medios artísticos deben enfrentarse a la dificultad de no poseer una tradición sobre la cual apoyarse, o una tan escasa y parcial que resulta de muy poca ayuda. Por consiguiente, la artista debe prescribirse a sí misma, es decir, debe crear una propia historia que le permita retroceder y avanzar, para así encontrar y expresar su voz artística. Beatriz González en su obra “Telón de la móvil y cambiante naturaleza” establece un diálogo con las pinturas “Almuerzo sobre la hierba” de Manet y “Concierto campestre de Giorgione y Tiziano, en el cual la artista convierte esta iconografía en un telón que realiza con acrílicos y así la asocia con objetos triviales y el consumo masivo. González se identifica como participe en la historia del arte, mientras que se enuncia como única al explorar diversas superficies, materiales y texturas que le permiten establecer nuevas relaciones cromáticas y procedimientos creadores. Por otro lado, la cerámica de Cecilia Ordóñez dialoga con la cultura precolombina, pues por medio de sus obras explora la tensión entre tierra, fuego, tiempo y ciencia. La artista se enfoca en la naturaleza y en su comportamiento, ya que su trabajo refleja el desgastar continuo del aire, la capacidad transformativa del agua, y la posibilidad del tiempo de inmortalizar lo efímero. Asimismo, Olga de Amaral se inspira en motivos precolombinos que le permiten evocar tradiciones artísticas locales inspiradas en el pasado prehispánico de Colombia y las yuxtapone con figuras geométricas y abstractas. En consecuencia, Beatriz González, Cecilia Ordóñez y Olga de Amaral, por medio de sus obras artísticas, se implantan en tradiciones de pasados lejanos para responder cuestiones de identidad nacional y género, las artistas sitúan a Colombia y a lo femenino en el comienzo del arte y, de esta manera, desafían a la historia del arte a destruir, olvidar o relegar su trabajo.

Collage de la obra de las artistas Beatriz González, Cecilia Ordóñez y Olga de Amaral. Fuente: propia.

La autora María José Castaño hablará en su próxima entrega “La artista mestiza” sobre la diversidad con la que está constituida una mujer colombiana gracias a su cultura y tradiciones. Además, evidenciará cómo la mujer artista estando en el exterior demuestra la capacidad de confrontar influencias para establecer su arte.

Imágenes: 

Beatriz González. “Telón de la móvil y cambiante naturaleza”. 1978. Acrílico sobre tela. 700 cm x 1200 cm. Fuente: Fondos BADAC. 

Cecilia Ordóñez. “Luces y sombras”. Fuente: Fondos BADAC. 

Cecilia Ordóñez. “Glaciares y objetos”. Fuente: Fondos BADAC. 

Olga de Amaral. “poblado. E” 2015. Lino, gesso, acrílico y hoja de oro.  100 cm x 200 cm Fuente: NH Galería. 

Olga de Amaral. “Umbra D” 2015. Lino, gesso, acrílico y hoja de oro. 200 cm x 100 cm Fuente: NH Galería. 

Referencias:

Cixous, Hélène. «The laugh of the Medusa.» Feminisms Redux (2009): 416-431.

Nochlin, Linda. “¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres?”. En Crítica feminista en la teoría e historia del Arte, comps. Karen Cordero e Inda Sáenz. Puebla: Universidad Iberoamericana, 2007.